Nicolás Puchkariov (1922-2014) y su esposa Cinavia Safronov (1924-2003), tíos del acordeonista Víctor Jolochín, también eran descendientes de los inmigrantes rusos que seguían a Vasiliy Lubkov y se establecieron en San Javier, Río Negro. Puchkariov fue agricultor y herrero hasta que, a los setenta y dos años, se jubiló.
Cuando fueron entrevistados, tenían sesenta años de casados. Nicolás recuerda la época en que se conocieron: «Cuando teníamos veinte años, sacábamos terrones con las patas bailando y ahora apenas caminamos por las baldosas». Cinavia añade: «Eso es por bailar mucho […]. Yo me gasté todos los cartílagos. Bailábamos y trabajábamos».[1]
Cinavia recuerda: «Los padres nuestros, los abuelos, tenían otras (formas musicales). Eran más de religiosos […] y después muchas canciones que ellos cantaban, unas voces, unos coros divinos».
Nicolás relata: «En los casamientos, en las fiestas, se acostumbraba a cantar en coro. Entonces se cantaba en coro, comiendo en la mesa, sirviendo uno al otro, y de repente una canción para alegrar la fiesta».[2]
Puchkariov refiere a esta melodía tradicional rusa como Cтарай Дом (Vieja casa) y resume la traducción de la letra de esta canción así: «Un joven en un caserón viejo, todas las noches había una lucecita que él veía a través de una cortina […]. Entonces, un día descubrió [que] una rica muchacha de pelos negros vivía en esa casa, en cual él se enamoró y se enamoraron. Entonces, la familia no lo quería a él, ella lo quería y se quería ir a cualquier lado del mundo. Entonces, le decía: ‘qué tema interesante me planteaba ella, me cantaba ella’. Escucháme, vámonos, nosotros vamos a ser pájaros libres donde no hay maldiciones y viviremos felices y los dos juntos. Es una cosa así, para traducir es difícil […]. Son canciones de amor, como todas las canciones de la juventud».[3]
[1] Comunicación personal, 2002.
[2] Comunicación personal, 2002.
[3] Comunicación personal, 2002.
Nicolás Puchkariov (1922-2014) and his wife Cinavia Safronov (1924-2003), uncle and aunt of accordionist Víctor Jolochín, were also descendants of the Russian immigrants that followed Vasiliy Lubkov and became established in San Javier, Río Negro. Puchkariov was a farmer and metal worker until retiring at age seventy-two.
When the couple was interviewed, they had been married for sixty years. Nicolás recalled the period in which they met, «when we were twenty, we kicked up dirt while dancing and now we can barely walk on the sidewalk». Cinavia added jokingly, «that´s because we danced too much […] I used up all my cartilage. We danced and we worked».[1]
Cinavia remembered, «our parents, our grandparents had other (musical forms). They were more religious […] and there were many songs that they sang, wonderful voices and divine chorales».
Nicolás also stated, «at weddings and parties people used to sing together. People would sing as a choir, while eating at the table, serving one another, and someone would start singing to enliven the party».[2]
Puchkariov summarizes the translation of the lyrics of this traditional Russian song, Cтарай Дом (Old House) in the following manner, «there was a young man that each night saw a light behind a curtain in a window of a large, old house […] so, one day he discovered that a beautiful dark-haired girl lived in that house and they fell in love. Her family rejected him, but she loved him and wanted to leave to another part of the world. The young man says, «what an interesting proposal she sang to me: Listen to me. Let´s go away. We will be free birds where there is nothing bad and we will live happily together». Something like that, it´s hard to translate […]. Those are love songs, just like all young people´s songs».[3]
[1] Personal communication, 2002.
[2] Personal communication, 2002.
[3] Personal communication, 2002.
Si bien, en las otras secciones de este trabajo, da para percibir la gran diversidad étnica y los aportes musicales…